Se aceptan cohechos impropios, especias y metálico

viernes, 11 de enero de 2013

Por qué se equivocan


Está de plena actualidad “El Hobbit”, recién estrenada su versión cinematográfica. Tolkien siempre repetía que El Señor de los Anillos es “fundamentalmente un trabajo religioso y católico”. No tanto, o no de forma tan evidente como Las Crónicas de Narnia, de C.S.Lewis, al que Tolkien convirtió al catolicismo. Tolkien fue profundamente católico en un Oxford de 1930 donde la Iglesia no era preponderante. Su primer hijo se ordenó sacerdote. Hay un momento de su obra en que el mago reflexiona: “mucha gente piensa que para parar el Mal hace falta un gran poder, pero no es así; son los pequeños detalles, los gestos cotidianos de la gente corriente los que mantienen a raya el Mal”.

Este sábado 12 de enero se manifiestan en Bilbao etarras y simpatizantes de los terroristas.  Al frente de la manifestación estarán católicos de distintas agrupaciones y una treintena de curas. Como portavoz, el sacerdote franciscano Pello Zabala, y como lema una frase de Isaías profetizando sobre Jesús: “He sido enviado a liberar a los presos”.  Con ellos desfilarán los abajofirmantes habituales cuando de apoyar terroristas se trata: Willy Toledo, Pilar Bardem, Federico Mayor Zaragoza o Juan Manuel Sánchez Gordillo, perteneciente al Sindicato de Obreros del Campo, una organización fundada por curas como el padre Esteban Tabares o el famoso cura jornalero, el padre Diamantino García. Bien es cierto que Jesús habló del pecado como una prisión, como esclavitud, ante la que solo “la verdad os hará libres”, y también que San Pablo insiste: “Acordaos de los presos, como si estuvieseis presos juntamente con ellos”  (Hebreos 13:3), pero todo ello queda enmarcado en la afirmación “mi reino no es de este mundo” y “dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.


Hace unos años las voces autorizadas para hablar en la emisora católica COPE eran las de Federico Jiménez Losantos y César Vidal, el primero representante de la doctrina política más castigada por la Iglesia, el liberalismo (la última condena del Papa fue en Navidad), y el otro un furibundo hereje. Levantaron pasiones y toda la inteligencia católica bebía los vientos por ellos. Después de mentir todo un lustro sobre los atentados islamistas de Madrid, y de causar daños irreparables a las víctimas, fueron expulsados. Poco tardaron en cobrarse su venganza, Vidal lanzó durante todo 2012 el mayor y más rastrero ataque contra la Iglesia y contra la propia España, en una interminable serie de infames barbaridades y mentiras. Sus fanatizados seguidores católicos no han caído del guindo hasta que los dos autores han publicado su último libro, en el que tratan al director de Infocatolica.com de “hijo de puta”, a su esposa de “alcohólica” y a uno de sus hijos, “delincuente”.

El problema, por supuesto, es que unos y otros confunden religión y política. Fanatizan la política y banalizan la religión. Exactamente igual como hacen los islamistas. Pero va más allá, es de una perversión herética pensar que la espiritualidad cristiana puede plasmarse en un programa político, una osada desfachatez.

Ser católico no implica ser de derechas o de izquierdas. En EEUU los católicos, un 23% de la población, son muy mayoritariamente del partido demócrata.  De los 26 senadores católicos norteamericanos, 17 son demócratas y 9 republicanos, y de los 136 congresistas en la Cámara de Representantes, 98 son demócratas y 38 republicanos. Rudolf Giuliani o John Kerry son católicos, este último –que quiso ser sacerdote- durante su campaña presidencial llevaba consigo un rosario, un libro de oraciones y una medalla de San Cristóbal. La entusiasta  campaña que le hizo PRISA en España, como si hubieran encontrado otro cheguevara, marcó el principio del fin para un grupo serio que hoy es amarillismo y ERE. Para terminar con el racismo y el apartheid tuvo que llegar el único presidente católico, J.F.Kennedy, proveniente de Massachussetts, el estado más proporcionalmente católico de los Estados Unidos.

Y todo esto viene a cuento de una marcada tendencia que va creciendo en los tiempos que corren. Desde la derecha y la extrema derecha hay cada vez más grupos que atacan salvajemente a la Iglesia, a Caritas, a los obispos o a cualquier católico que no ceda ante presiones políticas. Pretenden, una vez más, usurpar la posición de la Iglesia, apropiarse de la espiritualidad cristiana para sus manejos políticos. Se equivocan gravemente.

En España apenas hay dos partidos claramente católicos con representación parlamentaria: el PNV y Unió Democrática de Catalunya. No son precisamente los defensores de las esencias patrias, o sí, según se mire, pues ambas son formaciones separatistas. Son los últimos coletazos de un modelo franquista que identifica país, religión y partido. Solo bajo esa premisa se entiende que la bandera de un partido político llegue a ser bandera “nacional” (es un caso muy raro, la URSS, el País Vasco).

Una derivada de este asunto, todavía más sangrante si cabe, es la de los ataques de grupos anti islamistas contra Caritas. Pero especialmente la de los xenófobos encubiertos, gente que en realidad nunca ha analizado el islam pero odian todo lo extranjero, y a todos los extranjeros, algo que nada tiene que ver en la lucha racional contra el islam. El islamismo es una ideología política totalitaria basada en dogmas religiosos: nada tiene que ver con la raza, la etnia o la procedencia de sus fieles.

En cierta ocasión pude escuchar a uno de esos líderes xenófobos afirmar que él nunca daría sangre para salvar la vida de un musulmán. Ese lamentable individuo tiene la desfachatez de pregonar que es un buen cristiano. En su abismal ignorancia no sabe que los únicos de acuerdo con sus barbaridades son los propios islamistas. A finales de 2008 el Colegio de Médicos de Egipto, controlado por los Hermanos Musulmanes, prohibió el trasplante de órganos entre mahometanos y cristianos.

Finalmente hay en todas esas posturas que mezclan política y cristianismo una enorme soberbia. En realidad, falta de fe. Obvian que los caminos de Dios son inescrutables pero siempre se cumplen. Que todo está escrito, que la acción del Espíritu Santo es una evidencia histórica y actual, una certeza de futuro. España puede desaparecer, pero el Reino de Cristo no. ¿Temen por su nación? hagan política, pero si están pensando en cosas serias –la salvación, por ejemplo- la política no es el camino, solo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Caritas y toda la Iglesia hacen muy bien atendiendo las penurias de los inmigrantes, cristianos o no.

En el último libro del Papa, “La infancia de Jesús”, el santo padre hace una reflexión que debería servir para reconsiderar ciertas posiciones.  Es el primer capítulo, “¿De dónde eres tú?”, en la página 39.  Joseph Ratzinger escribe lo siguiente:
« Naturalmente, sigue siendo verdadera también la palabra que Jesús dijo a Pilato: “Mi reino no es de aquí” (Jn 18,36). A veces, en el curso de la historia, los poderosos de este mundo quieren apropiarse de él, pero precisamente entonces es cuando peligra: quieren conectar su poder con el poder de Jesús, y justamente así deforman su reino, lo amenazan. O bien queda sometido a la persecución persistente de los dominadores, que no toleran ningún otro reino y quieren eliminar al rey sin poder, pero cuya fuerza misteriosa temen.»

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